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antojolia
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viernes, 16 de enero de 2009

1- Antojóloga de profesión





Hola: después de discutir un rato...
-Qué recién empezas... -Cierto...
-Qué después no vas a tener tiempo... -Puede ser...
-Qué vas a escribir una guía telefónica... -Seré breve, bueno lo intentaré...

-A vos te gusta la poesía... -Hay gente a la que no le interesa...
-Tenés unos libros de cuentos fabulosos... -Sí, pero están tristes, ya nadie los espera...
Esos y otros sesudos argumentos, hicieron que decidiera por el SI, aunque el NO puso cara larga.
-Cuando se debe elegir, no se pueden hacer las dos cosas-le dije al enojado NO- Te dejé argumentar igual que al SI y tomé una decisión.
- Claro, es más simpático decir que sí, así todos piensan que sos rebuena.
Decidí que si quiero ser breve, no puedo seguir hablando con el NO, a propósito me hace perder tiempo.
Le digo chau y salgo disparada a buscar los libros.

-¿Cómo para qué?
-Perdón, todavía no se los dije.... ahhhh.
Paso a explicar la situación:
-Bueno, decidí acercarles material, para que si quieren, puedan contar o leerselo a los niños.
-Por eso lo de Antojolía, ustedes ponen a los peques y yo a mi antooojo elijo y...
-¿Les parece bien? Entiendan, es por ustedes y los chicos... nada más.

Un ratito que decido a cual de los libros dejo contento.
-Tiene razón don Libro de Cuentos, ya presenté dos poesías y él espera su turno.
¡Decidido! Doña Poesía revolea los ojos, pero no dice ni mu.

El elegido es...

¿CUÁNTOS BURROS?
Se oía un trotecito, un tintinear de cascabeles, una voz que cantaba...
¡Ah! Nasr-ed Din Hodja regresaba del molino, con los burritos cargados de bolsas de trigo molido.
-Ya verá mi patrón -pensaba -cómo cuidé a sus animales. Me dio muchos consejos, como si yo no fuera el hombre que más sabe de burros en toda Turquía... Sus ojos miraron hacia lo lejos: allá sobre una colina, se veía el pueblo de Ak-Shehir. Entonces sonrió y se dijo:
- En Ak-Shehir me está esperando mi patrón. Ya se dará cuenta de que en toda Turquía no hay burros que reciban mejor trato que el que yo les doy a sus nueve bestias... -y, alegremente,
empezó a contarlos para entretenerse-: Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco... Seis... Siete...
Ocho... ¿Ocho? - se asustó - ¿Ocho burros?
Saltó entonces del burro en el que iba montado y corrió de aquí para allá, tratando de encontrar al número nueve, pero no vio ningun burro perdido.
Se sentó al fin junto a la hilera de animales y los contó de nuevo:-Un. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho... y ¡nueve! ¡Está vez eran nueve!
Dando un suspiro de alivio, volvió a montar a su propio burro y continuó la marcha, cantando como antes.
Al llegar a una arboleda, pensó que había llegado el momento de contarlos otra vez: -Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete... ¡Ocho!
¡El número nueve había desaparecido otra vez!

Volvió a desmontar. Busco entre los árboles. no pudo encontrar ni un pelo de burro. Entonces los contó, sentado junto a la hilera que descansaba de la marcha: - Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho...¡Nueve!
Nasr-ed Din Hodja se rascó la cabeza, asombrado. ¿Se estaba volviendo loco o los burros estaban embrujados?
Los contó otra vez. Sí, eran nueve.

Montó de nuevo y de nuevo volvió a contarlos: ¡Ocho!- Grrr!- y el buen hombre miró alrededor,
tratando de ver a los brujos que le estaban haciendo esas bromas. Pero a quien vio fue a su amigo, que venía por el camino. Como se alegró Nasr-ed Din Hodja!
-¡Oh, Mustafá Efendi! -le gritó- ¿Has visto alguno de estos burros trotando de aquí para allá?
Resulta que perdí uno y que no lo perdí.
-¿Qué dices?- le preguntó Mustafá Efendi.
- Salí del molino con nueve burros- le explicó entonces Nasr-ed - Parte del camino han sido nueve, y parte, ocho. ¡Ay, los han embrujado! ¡Ayúdame!
Mústafá contó los burros:- Uno... Dos... Tres... Cuatro ...Cinco... Seis... Siete... Ocho...- y allí se calló la boca, mirando la cara aterrorizada de su amigo. Pero el terror de Nasr-ed Din Hodja se convirtió en sorpresa cuando vio que Mústafa Efendi se echaba a reír a todo lo que daba.
-¿De qué te ríes? - le preguntó, enojado.
- Oh, Nasr-ed Din Hodja, ¡qué tonto eres! Cuando cuentas los burros sin desmontar, ¿por qué, oh, por qué no cuentas también el burro en el que estás montado?
Nasr-ed Din Hodja tragó saliva e hizo silencio durante un rato, hasta que se dio cuenta de que le había pasado. Luego le besó la mano a su amigo, agradeciéndole mil veces por su ayuda. Y continuó su marcha con los nueve burritos, cantando como antes.

Cuento folkórico turco.
Adaptado por Elsa Bornemann

¿Les gusta? Hasta pronto.
SUsana




7 comentarios:

Silvia dijo...

Hola Susana :)
Gracias por invitarme a este blog.
¿A la introducción la escribiste vos? Me encantó.

Besitos.

SUsana dijo...

Silvia: gracias por la visita, sí escribí yo la introducción, nuevamente, gracias. Pasa por Suentretejidos que acabo de terminar 1 post y de discutir con la computadora.
SUsana

SUsana dijo...

Silvia: Gracias, el comentarioes mío. Jugaba mucho con las palabras con mis chicos y cuando escribo me gusta hacerlo.
SUsana

Liggy dijo...

Hola SU!
Gracias por la invitación, el cuento de burros nos gusto mucho ;)
Cariños.

Emi dijo...

-Hola!!! muy interesante tus blogs. TE feLICITO!!!Y TE DOY las
gracias por tu comentario en mi blog, con cariño desde COSTA RICA.

San dijo...

Que buena idea, en esta era cibernetica se han perdido los cuentos. mis hijos adoran Hansel y Gretel, Blancanieves y como todo niño moderno Dragon Ball Z y los Power Rangers, que vamos a hacer!! Esta noche les cuento el de los burros. Gracias.
la respuesta a la adivinanza es la CAMPANA?.
besos
San

SUsana dijo...

Gracias San, pienso como vos, la tele y la compu no pueden reemplazar el gozo de leer, contar o escuchar un cuento.
Y COMPARTIRLO es lo más importante.
Prometo seguir.
Besos, SUsana